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PORT DE POLLENÇA, PAISAJES MARÍTIMOS CON HISTORIA

DESCUBRE EL MUELLE DE PESCADORES Y EL PASEO FRENTE AL MAR

El Port de Pollença es el segundo nucleo del municipio de Pollença.

La plaza principal del Port, rodeada de pinos, está dedicada al músico y compositor Miquel Capllonch Rotger. Un elemento digno de contemplar es la rosa de los vientos situada en medio del suelo de la Plaza.

Alrededor de la Plaza encontramos la iglesia parroquial dedicada a la Virgen del Carmen, templo de estilo neogótico. Si desde la plaza tomamos la calle del Econom Torres llegaremos a la plaza del Ingeniero Roca. Un poco más adelante se encuentran las instalaciones portuarias, situadas en lo que popularmente se conoce como moll dels pescadors o moll vell. Junto a los llaüts de pesca tradicional encontraremos la Lonja de los Pescadores.

El edificio del Real Club Náutico, también situado en el muelle viejo, mantiene una intensa actividad en la promoción de deportes náuticos. Desde el espigón que cierra el puerto se puede contemplar una bella panorámica de la Bahía de Pollença, situada entre el cabo de Formentor y el cabo del Pinar. La punta de l'Avançada resguarda el puerto de las tormentas; aquí se pueden contemplar los restos de una fortaleza del siglo XVII: la Fortaleza, construida entre 1682 y 1692.

También desde la plaza del Ingeniero Roca se puede optar por ir por el paseo de Saralegui o por el paseo de Anglada Camarasa.

Paseo de Anglada Camarasa y paseo de Voramar. El paseo de Anglada Camarasa está situado a la derecha de la rotonda, y al final encontraremos un busto del pintor Hermenegildo Anglada Camarasa, promotor de la Escola Pollencina de Pintura. A partir de aquí la vía se estrecha y da paso al paseo de Voramar, que llega hasta la Base militar. Este paseo, tranquilo y relajante, es sin duda uno de los sitios más frecuentados.

El Paseo de Saralegui está situado a la izquierda de la rotonda; este paseo alberga la Cofradía de Pescadores fundada en 1944. Al otro lado de la calle están los varaderos de barcas. A ras de playa por el paseo peatonal llegaremos hasta Llenaira.

Actualmente el Port de Pollença es un núcleo con una gran actividad turística y una oferta de alto nivel.

PORT DE POLLENÇA

El Port de Pollença es un claro ejemplo de cómo el turismo puede cambiar completamente la economía y el aspecto de un lugar en sólo algunas décadas. Así, a principios del siglo XX el 85% de la población vivía directamente de la agricultura, un sector que siguió siendo mayoritario hasta los años 60, en el que cambiaron las tornas hasta llegar a la situación actual, en la que el turismo mueve cerca del 70% de la economía no sólo de Pollença sino de toda Mallorca.

A lo largo de toda la historia, la costa de Pollença contaba con escasos habitantes. Además de la baja actividad pesquera, que no experimentaría un cierto crecimiento hasta el siglo XIX puesto que tradicionalmente se consumía poco pescado y mayoritariamente en salazón, vivir en la costa exponía a ser los primeros en recibir los numerosos ataques piratas que esta zona sufrió durante siglos.

El bajo número de embarcaciones que existían en la zona fue la razón por la que el primer muelle no quedó construido hasta 1829 y la primera noticia de habitantes data de 1860, cuando sólo vivían diez personas. Habría que esperar a 1865 para que el Gobierno concediera la habilitación del Puerto de Pollença como aduana de cuarta clase, lo que permitía exportar e importar mercancías en régimen de cabotaje (1). Este hecho provocó un cierto crecimiento demográfico en la zona, llegando a un centenar de habitantes en 1900.

Además, con el nuevo siglo, el Puerto de Pollença se convirtió primero en lugar de veraneo para las clases acomodadas de la isla y poco después en un núcleo pionero del turismo internacional durante la I Guerra Mundial. Buena parte de estos primeros turistas extranjeros eran artistas atraídos por la luz y los paisajes, y que en primer lugar, se alojaban en fondas y pensiones, para pasar a ocupar después los primeros hoteles que se construyeron en la zona. Así, en los años 30 había siete hoteles que se habían construido a tal fin. Esto motivó también una rápida modernización de Pollença, tanto en la villa como en el puerto, donde el agua corriente llegó a las casas en 1934, unos meses antes que en Palma.

Durante la Guerra Civil española (1936-39) la actividad turística mantuvo cierto empuje, ya que a pesar del peligro bélico, la base de hidroaviones que hay en el Puerto de Pollença mantuvo en la zona oficiales españoles, alemanes e italianos que se alojaban en los hoteles y tenían demanda agrícola e industrial, al tiempo que se realizaron inversiones públicas, sobre todo en la base de hidroaviones. Los turistas, principalmente británicos, que venían a esa zona fueron así sustituidos por los oficiales militares y todo el personal necesario para la actividad bélica.

Pero tras el fin de la Guerra Civil empezó un período en el que la España de Franco apostó por la autarquía (2), lo que, sumado al estallido de la II Guerra Mundial (1939-1945), paralizó la actividad turística en la zona, que no volvería a reanudar hasta los años 50, cuando regresaron los turistas y se reanudaron las inversiones en el sector.

La época de mayor expansión urbana del Port de Pollença se registró en los años 60, cuando el incremento en la llegada de turistas se sumó al aumento demográfico, provocando un fuerte aumento en todas las industrias relacionadas con la construcción, especialmente de infraestructuras turísticas, así como en la actividad comercial.

Desde entonces, el crecimiento del turismo ha crecido de manera imparable, haciendo de Pollença un lugar con un especial atractivo para todas las personas que visitan Mallorca.

(1) Cabotaje: Navegación que se realiza entre los puertos de un determinado territorio, en este caso Mallorca, sin perder nunca de vista la costa.

(2) Autarquía: Con este término, que proviene del griego, se definen los sistemas basados ​​en el autoabastecimiento, es decir, que producen en su seno todo lo que necesitan para no tener que realizar intercambios comerciales con el exterior. En el caso español resultó un fracaso, puesto que al terminar la Guerra Civil la economía era muy dependiente del exterior y la apuesta autárquica del régimen franquista, que consideraba que la libertad económica había conducido el retraso y el enfrentamiento , impidió la llegada de las importaciones que eran necesarias para relanzar la industria, lo que hundió en la miseria una población que ya había quedado muy afectada por el conflicto bélico.